2da fuente
La responsabilidad social de las organizaciones: Situaciones
y perspectivas
Roberto Solarte Rodríguez
El concepto de
responsabilidad social fue empleado con anterioridad a la década de 1960, pero
después de esos años, ha recibido una enorme atención porque en ellos
emergieron asuntos sustanciales: los derechos civiles de las minorías, la
exigencia de equidad de las mujeres, la protección del medio ambiente frente
a la
comunicación causada por las empresas, la seguridad en los lugares de
trabajo, los derechos de los consumidores. El impacto de estos asuntos cambio
las reglas de juego para las empresas.
En general se ha usado para
decir que las empresas tienen responsabilidades que van más allá de la producción
de bienes y servicios y de rendir utilidades.
Se emplea para señalar que
la empresa tiene un campo de responsabilidades más amplio que servir a sus
dueños o accionistas; el término “Stakeholders” se ha introducido para expresar
esas amplias responsabilidades.
También se usa para decir
que la empresa se relaciona con la sociedad no solo a través de las
transacciones de mercado, sino que sirve a un amplio conjunto de valores
sociales.
Pero el concepto de
responsabilidad social es básicamente un concepto ético. Implica las nociones de los fines mismos de
la existencia social y enfatiza la realidad social de las organizaciones que
las orienta hacia mejorar la calidad de vida de la sociedad.
La palabra “responsabilidad”
indica la acción de responder por los resultados de las propias decisiones y
acciones; la palabra “social” recuerda
que esas decisiones y acciones afectan a otros.
La responsabilidad social es
el punto de intersección de varias tensiones: los escándalos por la mala
gestión de grades empresas, que contaban con esquemas y comités de ética, han
llevado al esfuerzo de los últimos años por la buena administración, que siga
pautas transparentes de gestión, aseguradas por mecanismos y gestión ética;
hace ya varios años viene creciendo la importancia de los fondos de inversión
ética o religiosa, las finanzas de preferencia ecológica, los fondos de
inversión socialmente responsables, que han venido tomando conciencia de su
importancia, y avanzando hacia formas de contabilidad que incluyan la generación
de valor en términos económicos, sociales y ambientales, a la vez que se
discute sobre la forma de hacer sostenible la gestión de las organizaciones y
de que su acción se oriente efectivamente hacia el desarrollo sostenible, la
aceptación de la realidad social de las organizaciones, ha llevado a desplazar
el foco de los esfuerzos de la simple producción de utilidades para los dueños
o accionistas, a la nueva cuestión de la producción de valor en y con las
partes interesadas o stakeholders: sus usuarios o consumidores, los empleados y
las organizaciones sindicales, las organizaciones no gubernamentales y
comunitarias, el ambiente, las instituciones públicas y los proveedores, siendo
estos el foco de mayores discusiones en los últimos años, finalmente, ha habido
desde más de 20 años múltiples desarrollos en el campo de los informes,
balances sociales y certificaciones sociales de la organización.
Junto con estas realidades,
la sociedad mundial en su conjunto ha experimentado una creciente expectativa por encontrar que
cualquier organización no solo incremente sus utilidades financieras, sino que,
a la par, es sociablemente responsable y ambientalmente sostenible.
Dado que la globalización de
las economías y la información produce efectos muchas veces contradictorios, si
no paradójicos, desde las diversas iniciativas sociales y ambientales se
plantea el desafío de como idear un acercamiento estandarizado a la
responsabilidad social, que sea a la vez flexible y practico, y que ayude al
ejercicio del control ciudadano sobre la globalización, orientado la gestión de
las organizaciones hacia el desarrollo humano sostenible de las diversas
sociedades.
En consecuencia muchas
organizaciones se encuentran motivadas para mejorar la gestión de su
responsabilidad social, por razones como: la reputación, el acceso de capital,
la necesidad de fortalecer su competitividad,
la mejora de la eficiencia de su administración, la innovación, la motivación
de sus empleados y una adecuada gestión del riesgo; pero tal vez lo que más fuertemente
motiva a las organizaciones es la comprensión de que la claridad en la gestión
de su responsabilidad social se ha ido convirtiendo en una licencia social para
operar.
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